Nunca la noche estuvo tan hermosa como cuando la tísica flotó, aguas abajo, escoltada por un banco de sardinillas que jugaban a pasar entre sus dientes tan blancos, con los cabellos enredados de algas y lotos y los brazos extendidos como alas.
Sin embargo, el forense indicó a los guardias que impidieran a la gente acercarse por miedo a que la muerte les contagiara su estética, y en las noches venideras se las pasara levantando cadáveres en un pueblo tan impresionable.
Rosellini
2 comentarios:
Ey, me encantó.
Ey me encanta. He leído mucho a Shakespeare. Hay un cuadro que me gusta mucho que se llama Ofelía de John Everett. Si tienes ocasión míralo. Espero que sigas así con tu blog.
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